martes, 2 de mayo de 2017

Renovación pedagógica o compromiso social en tiempos de silencio y ruido



Texto leído en la presentación del curso sobre los Movimientos de Renovación Pedagógica (CGT/ ULE

Renovación pedagógica o compromiso social en tiempos de silencio y ruido
Francisco Flecha Andrés

Cuando a Chita le cayó el marrón de tener que encargarse de la educación de Tarzán, aquel mono tan pelón que daba grima, lo que le llamó poderosamente la atención no fue su torpeza o los pocos recursos de los que disponía para sobrevivir en la jungla, la inmensa jungla, abandonado a su suerte.
No.  Lo que le llamó poderosamente la atención en Tarzán, el mono pelón y fabulador fue su necesidad de “contar”.  El resto de los monos de la manada disfrutaban “haciendo cosas”; pero Tarzán solo parecía feliz contándolas.
Incluso observó que su narración no pretendía ser una fiel reproducción de los hechos, sino una “recreación”.  Al narrar los hechos se recreaba a sí mismo, se hacía, se convertía en personaje, en protagonista.  Lo que había pasado era siempre “su obra” y su obra era él.  Él se convertía en el resultado de la fabulación de aquello que decía haber vivido.
Por eso, siempre resulta extremadamente peligroso pedirle a un mono fabulador que te cuente, un suponer, “los orígenes de los movimientos de renovación pedagógica en León”.
Ya lo digo.  Todo mono pelón pretende ser un fundador.  Si te descuidas un poco, los cinco millones de votantes de Podemos estuvieron acampados el 15 M en la Puerta del Sol en Madrid.
Y hay cosas que, por grande que sea la vanidad, son casi imposibles de apropiar.
Si vas a ver, un movimiento se parece mucho a un río.  Te decían en la escuela (y lo aprendimos) “El Ebro nace en Fontibre, cerca de Reinosa, provincia de Santander”.  El tío Pedro me llevó hasta allí y yo lo vi: un pequeño regato, casi nada, una virgen del Pilar y el orgullo patrimonial de la gente del lugar.
Pero, asomado al Puente de Piedra, en Zaragoza, te das cuenta de que son muchos lo regatos que llegan hasta aquí.  Que hay otros que se quedaron regando otros praos por el camino, perdidos en torrenteras o evaporados en días de bochorno.
Pero, de todos es el río.  Que el río no es de nadie y es de todos: del que va de excursión a sus orillas una tarde de domingo, del pescador, del que se baña, bebe de sus aguas o las aprovecha en la presa del molino…
Todos sienten, con derecho, que es su río.
Convencido de estas cosas, lo más que puedo deciros es que yo, con otros cuantos compañeros que aún recuerdo, estuvimos nadando, hace ya mucho, cuando aún era de noche y hacía frío, en un regato en el que alguna de aquellas aguas ha continuado por el cauce de este río.
Estos días, aquí, en este curso, irán pasando viejos bañistas, esforzados nadadores de hoy en día que nos contarán, seguramente, su experiencia parcial en este río. Aunque, también es verdad que es parcial para el río. Pero fundamental para cada uno.  Pues que, en muchos casos, más que un baño se ha tratado de un bautismo.
Solo entendido así, como os digo, podría contaros lo que recuerdo de aquello que fue, para mí, el primer baño y el bautismo. Con un punto de fabulación, naturalmente, ya os lo advierto.  Que uno, al fin, no es más que un mono fabulador donde los haya.

Fabulación de un bañista que se soñaba en un río en tiempos de silencio y ruido


El bañista de quien hablo entró en el uso (limitado) de razón allá por la mitad de los  sesenta.  Antes, la verdad, era una pura obediencia a las voces que dictaban normas desde fuera.  Y, sin embargo, pretendía dedicarse a enseñar.
Y fue cosa del destino que se encontrase con gente, con afanes parecidos, pero que tenían la inquietante sensación de estar hablando “en nombre de un ausente”,  a quien tenían que representar frente a la gente, defendiendo la finca e intereses de alguien que no podía verse, pero que era el patrón y el resto, puro peonaje.
Era un sentimiento compartido por algunos curas, maestros, militantes políticos o grupos de cristianos de aquello que comenzaba a llamarse los movimientos especializados de Acción Católica (Juventudes Obreras, Estudiantes, Rurales…):
·         Quizás el sentimiento de que aquello que se presentaba como “valores” no era otra cosa que una forma de encubrimiento tramposo de los intereses de las clases, grupos o ideologías dominantes.
·         Quizás, el sentimiento de que la idealización  y defensa de “la cultura” que se hacía desde los poderes, no era otra cosa que la forma más sutil de alienación, puesto que llevaba al desclasamiento, al desprecio de los orígenes y a un individualismo feroz con la promesa de un ascenso social que solo se conseguía (si se llegaba) a costa de un vaciamiento de lo propio y de una notable desvinculación social y que que llevaba, en caso de tracaso (el éxito siempre ha sido para pocos) a la interiorización neurótica de la culpa y a la absoluta soledad del perdedor.
Ayudaron, tal vez, aquellas ideas que decían que lo que, pomposamente se llamaba “cultura humana” no era otra cosa que “cultura de clase” y que frente a la “cultura burguesa” podría y debería defenderse una “cultura popular” que:
·         Parta de las necesidades propias y colectivas
·         Que entienda como cultura la solución que un grupo (el nuestro) ha dado a los problemas del medio.
·         Que  reconozca quiénes somos y las causas de nuestros problemas.
·         Que sea capaz de analizar con otros grupos distintos las causas de sus problemas y su similitud con los nuestros.
·         Que elabore proyectos de acción común para hacer frente, solidariamente, a tales problemas.
En tiempos en que las cosas más importantes las decían los poetas, todo parecía estar resumido en aquellos versos que decían:
O todo, o nada;
O todos, o ninguno.
Solo, nadie se salvará.

En este ambiente, y en aquel regato que os digo, fue surgiendo una especie de estilo de vida que aglutinó a un pequeño grupo de curas y maestros, unidos por unos convencimientos (aunque no estuvieran claramente formulados) que podrían resumirse en:
·         La negación a ser considerados como unos “profesionales” con intereses, problemas o inquietudes diferentes a los del resto de los vecinos.
·         Deseo de estar integrado en el pueblo como uno más, compartiendo, lo más posible, el modo de vida de los demás.
·         El convencimiento de que el compromiso con la gente no acaba en el puro ejercicio profesional y que su papel no es representar a “la autoridad”, sino  defender a los vecinos frente a los atropellos de cualquier autoridad.
Era un proyecto, como se ve, simple y riguroso.  Alguien, por entonces (anónimo, por supuesto, pero bañista en el regato) lo recogió, como un manifiesto, en unos versos que llegó a cantar Luis Pastor, el cantautor vallecano, cuando podía y le dejaban:

Somos de la extraña raza
De la gente que trabaja
Tenemos las manos llenas
De preguntas sin respuesta.
Somos la carne de presa
De las doscientas doctrinas
Que solo tienen respuestas.

Si no trabajas la tierra
¿qué sabes de las cosechas?

Si no vives a mi lado
No me importan tus ideas,
Que somos de esa
Extraña raza
Que, cuando juntos
Preguntan,
Van hallando
Las respuestas.

Y, aunque parezca mentira, acostumbrados, tal vez, a pensar que estas cosas ocurren en las ciudades y apenas llegan a los pueblos, el regato de que os hablo surgió en un pueblo de secano, en medio de una alta paramera.
Quizás por el hecho de ser y de sentirse una mayoría despreciada y silenciosa, que parecía llamada a abandonar tierras, costumbres y pasado para instalarse en la ciudad.
Surgieron así, en este medio, tres grupos que pretendían reflexionar CONJUNTAMENTE sobre todas estas cosas
·         Un grupo de curas
·         Un grupo de maestros
·         Un grupo de jóvenes agricultures, que utilizaban el cobijo (¿o coartada?) de una organización católica.
La idea general era englobarse en un proyecto común, al que, a veces, llamaban “promoción del pueblo” (¿Quién iba a sospechar de semejante nombre en épocas de “planes de promoción y desarrollo?.  Del mismo modo en que ¿Quién iba a sospechar, en la ciudad, de algo que se llamase “Club Cultural de Amigos de la Naturaleza”?).
Los instrumentos de reflexión y coordinación se concretaban en:
·         Los encuentros mensuales.
·         La publicación de algunas revistillas (¡benditas imprentillas de gelatina y cola de pescado y el enorme avance tecnologico de las multicopistas!)
·         Los viajes de verano
El sentido de estos viajes era ponerse en contacto y conocer las experiencias y trabajos de otra gente en otras tierras (se recorrieron así algunas comarcas de Cataluña, Asturias o el País Vasco).
Todo ello tenía, a los ojos de quienes lo vivieron, algunos valores importantes:
·         El pensar en común.
·         El saber que en otra parte otra gente piensa, actúa y vive según este pensamiento común y con quienes puede contarse.
·         La conciencia compartida de que cada uno tenía, en otro sitio, una casa abierta y acogedora.
Aquellas ideas y proyectos parecían necesitar nuevos cauces de acción y de influencia.  Destacaría tres, que fueron importantes en el regato en que nadaba:
·         El aprovechamiento de los TeleClubs
o   Lugar de encuentro y reunión (civil y bastante libre de censura)
o   Posibilidad de editar y difundir escritos y organizar bibliotecas.
o   Organización de charlas, conferencias o talleres.
o   Papel sensibilizador del teatro.
·         Los colegios Familiares-Rurales
o   Educación para el “enclasamiento”
§  No para el ascenso social, sino para el compromiso y  eficacia en lo propio
§  Atención a la experiencia y los problemas de la explotación agrícola familiar.
§  La escuela como casa/la casa como escuela.  Alternancia.
§  Ausencia de titulaciones, certificados o diplomas.
o   Metodología constructiva:
§  El texto del alumno como base
§  La reflexión comunitaria
§  La búsqueda de soluciones y su experimentación práctica.
·         Los grupos de vida de estilo comunal:
o   El grupo de Zotes del Páramo.

En este periodo, sirvió como alimento ideológico lo editado por la Editorial ZYX (editorial ligada a los grupos de la HOAC).  Editorial que
§  En lo Cultural defendía la idea de Cultura popular
§  En lo Educativo, la Escuela Libertaria, la Pedagogía de la Liberación y lod movimientos cooperativos
§  En lo económico. Divulgaba las ideas de un Socialismo autogestionario.
§  En lo político bebía de:
o   La tradición del Anarco Sindicalismo Español
o   Del Marxismo humanista de tradición francesa
o   Del Personalismo de Mounier.
De esta conexión con la HOAC  se amplió el grupo y la relación con algunos movimientos urbanos (jóvenes obreros y estudiantes,  acogidos a  territorios “tolerados” (grupos parroquiales o “los luises”)
En este ambiente, con tales preocupaciones e influencias mutuas, no parece raro que cuando el grupo de maestros se encontró con el método de Freinet creyó haber hallado un instrumento para avanzar en aquellas preocupaciones e intereses que habían entrevisto y aplicado.
Y, allá por 1970 se realizó en estos pagos una primera semana sobre el Método Freinet con asistencia  de gente de muchos de estos grupos.  Se escribieron “textos libres” en los que los autores manifestaban su deseo, esperanza y compromiso para que el texto pudiera llegar a ser, algún día, auténticamente libre.
A partir de aquellos tiempos, allá por el 72, cuando ya se empezaban a ver luces a lo lejos, cada uno, empujado por la vida, el entusiasmo o las heridas, fue buscando su sitio o su acomodo.  Fueron cambiando las caras y los nombres. Siguieron algunos nadadores y aumentaron el grupo  (sobre todo, los maestros) que se unieron a otros grupos y a otras fuentes y sacaron adelante el MCEP y las primeras luchas sindicales.
Otros, todos ellos, cualquiera que haya sido su destino, son parte de este río.
Y ya, para acabar, y porque no haya confusiones: aquellos bañistas, cuando entonces, no tenían conciencia (ni querían) renovar la pedagogía.  Que no pretendían, que yo sepa, encontrar métodos didácticos para transformar la escuela, sino encontarse a sí mismos, junto a otros, renovarse y renovar la sociedad de modo que el trabajo, la escuela, la familia y todo lo demás hagan posible y realicen un mundo más justo, más libre y más feliz.

Que es gracia que para todos como para mi deseo.
En León a tantos de tantos, firma y sello.









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