Francisco Flecha Andrés
Posiblemente sean muy pocas las
épocas de la Historia de España que hayan tenido un tratamiento más ideológicamente
apasionado que nuestro siglo XVIII (y, que conste, que no me parece más
ideológico el furibundo ataque de Menendez Pelayo a los personajes de la
Ilustración que la reciente glorificación de Carlos III auspiciada desde el
poder).
Esta carga ideológica ha contribuido a que, durante mucho tiempo, se tuviese la impresión de que es esta la época en que se perfilan dos posiciones encontradas, irreconciliables:
Esta carga ideológica ha contribuido a que, durante mucho tiempo, se tuviese la impresión de que es esta la época en que se perfilan dos posiciones encontradas, irreconciliables:
- la de los pensadores conservadores, supuestos representantes de la tradición, de la esencia de lo español, de la moral y la ortodoxia;
- la de los ilustrados, como representantes de lo antiespañol, heterodoxo, amoral y libertino, que se constituyen, según esta visión, en corifeos de la Revolución triunfante.
Y esta interpretación, que está muy
lejos de juzgar en sus justos términos las características y aportaciones de
unos y otros ha divulgado, igualmente, la falsa idea de que las ideas con las
que simpatizan salieron derrotadas de la contienda y han sido injustamente
olvidadas.
Es significativo, al respecto, el
texto de Menendez Pelayo, en la Historia de los Heterodoxos españoles,
cuando dice:
"La resistencia española contra el enciclopedismo y la filosofía del siglo XVIII debe escribirse largamente, y algún día se escribirá, porque merece libro aparte, que puede ser de grande enseñanza y no menor consuelo. La Revolución triunfante ha divinizado a sus ídolos y enaltecido a cuantos le prepararon fácil camino; sus nombres, los de Aranda, Floridablanca, Campomanes, Roda, Cabarrús, Quintana... viven en la memoria y en lenguas de todos; no importa su mérito absoluto, basta que sirviesen a la Revolución, cada cual en su esfera; todo lo demás del siglo XVIII ha quedado en la sombra. Los vencidos no pueden esperar perdón ni miseridordia. Vae victis".
Aunque esta larga historia ha sido
ya escrita, al menos en sus líneas maestras, y sin querer reescribirla aquí en
el limitado espacio de esta breve intervención, creo que sería útil trazar los
presupuestos fundamentales de tales posiciones y resaltar cual fue el efecto
que sobre ellas tuvo el sobrecogedor acontecimiento de la Revolución Francesa.
PRESUPUESTOS
FUNDAMENTALES DE LA ILUSTRACION ESPAÑOLA.
Aunque sea muy difícil delimitar en
unos breves rasgos las características de un movimiento tan amplio y dilatado
en el espacio y el tiempo, podría decirse que nuestros ilustrados tienen como
características comunes:
- Ser un grupo más o menos homogéneo de personas próximas, en su mayoría, a los órganos de poder del Antiguo Régimen (miembros de la nobleza, la magistratura el clero y una mínima parte de lo que podría llamarse la burguesía)
- que desde la conciencia más o menos desgarrada de la decadencia española (en un patriotismo que, por primera vez, asume la crítica como servicio) unido al convencimiento de que tal situación es fácilmente superable.
- Se empeña en la modernización de España.
- Sin desmontar la estructura política o económica del Viejo régimen.
- En una cruzada, casi profética, dirigida por el poder para remover los obstáculos (la ignorancia, la superstición, el dogmatismo) y afrontar las medidas oportunas ("Buenas leyes, buenos fondos, buenas letras", según su propio lema)
- que llevaran, inexorablemente (en menos de una generación), a la consecución de la felicidad individual y de la prosperidad pública..
Cuando los ilustrados quieren
analizar las causas de nuestro retraso cultural con respecto a otros paises
consideran que ha sido consecuencia
- de un notable aislamiento con respecto a otros pueblos,
- de un desproporcionado interés por los saberes especulativos y desprecio de las ciencias útiles y experimentales,
- de un método de estudio aberrante, dominado por el espíritu de sistema, las rencillas de escuelas y el yugo de la filosofía escolástica, enredada por las sutilezas de una lógica bárbara y las disquisiciones de una metafísica estrepitosa y vacía
Por ello, proponen como medidas más
urgentes:
- La apertura a Europa, a través del conocimiento de las lenguas vivas y la lectura de sus obras (Jovellanos recomienda el francés porque "a pesar de que en los ingleses puede encontrarse más rica y sólida doctrina", los franceses están más próximos a nuestros intereses y problemas.
- La difusión y desarrollo de los saberes útiles y las ciencias experimentales
- El destierro del espíritu de sistema y de las fidelidades de escuela en favor
- del método experimental para las Ciencias de la Naturaleza
- y el método histórico y el estudio de las fuentes para las ciencias "de autoridad (Filosofía, Teología, Derecho, etc.).
PRESUPUESTOS
FUNDAMENTALES DEL PENSAMIENTO CONSERVADOR.
Según la Historia del
tradicionalismo español de Ferrer, Tejada y Acedo en el siglo XVIII la tradición española sufre
un brusco corte y repentinamente nuestra patria entera se extranjeriza: :
"el sello de lo extranjero lo tendrán en el siglo XVIII nuestros
gobernantes, incluso el más español de todos, el marqués de la
Ensenada"; a esta invasión de
personalidades extranjeras sigue, inevitablemente, otra de ideas, que no pueden
menos de ser perniciosas, puesto que nacieron allende el Pirineo.
Estas ideas se canalizan, según tal
interpretación, a través de tres fuerzas secretas, sectas tenebrosas: el
jansenismo, la filosofía y la masonería que "son los impíos agentes de la
gran revolución que destruirán la santa monarquía absoluta y la sustituirán por
la siniestra democracia liberal".
Parece partirse de la negación de la
pretendida decadencia española y, frente a ello, se cantan una y mil veces
nuestras gestas pasadas y nuestras grandes contribuciones a los múltiples
campos del del saber.
Desde esta convicción primera y
apasionadamente defendida se considera una imperdonable traición cualquier
crítica a nuestro pasado cultural orquestada, sin duda, por los enemigos de
España y por las sectas impías cuyo corifeo indudable es Voltaire que ven en
nuestros valores tradicionales una acusación t,acita a sus licenciosas
propuestas contra Dios, la Iglesia, la moral y la monarquía.
REPERCUSIONES DE LA
REVOLUCION FRANCESA
Actitud del Poder
La Revolución Francesa coincidió con
la muesrte de Carlos III (14 de diciembre de 1788) y la sucesión de su hijo
Carlos IV.
Cuando Luis XVI convoca los Estados
Generales surge una notable inquietud, no sólo en Francia, sino en España. El embajador español en Versalles da cuenta
puntual de los acontecimientos a Floridablanca.
Estas primeras noticias no podían
menos que alarmar a una España que padecía problemas semejantes (escasez de
granos y motines en Barcelona por el alza repentina del precio del pan).
Con todo ello, no es de extrañar que
Floridablanca, a pesar de su fe en el progreso proclamado por los ilustrados
escribiese al consul Fernán Nuñez:
"Se dice que este siglo ilustrado ha enseñado a los hombres sus derechos. Pero también les ha robado, además de su felicidad verdadera, tranquilidad y la seguridad de su persona y familia. Aquí no queremos ni tanta luz ni sus consecuencias: actos insolentes, palabras y escritos en contra de la autoridad legítima".
Así pues, como primeras medidas
decidió suprimir las noticias procedentes de Francia (la Gazeta de Madrid no
mencionó la convocatoria y reunión de los Estados Generales. En los primeros días de Julio el único reflejo
de la realidad francesa en la Gazeta fue la del entierro del Delfín (3 de
Julio) y el viaje de la Corte a Marly y su regreso. En los días de la Revolución sólo se recoge
una reunión del Consejo de Guerra y la imposición del capelo cardenalicio a un
obispo)
Este silencio continuó durante tres
años. Mientras tanto, entre nosotros se
celebraba con gran fasto y toros la coronación de Carlos IV. Pero al igual que los libros franceses, las
noticias llegaban a través de la prensa extranjera. Por ello le pareció preciso a Floridablanca
dar órdenes a los oficiales de Aduanas y a la Inquisición para que retuviesen
cualquier información que llegara de Francia.
Los informes subsiguientes dieron noticia de la gran difusión que ya
había alcanzado la propaganda revolucionaria.
Y tal difusión continuó en los años siguientes, a pesar del
recrudecimiento casi obsesivo de las medidas, según puede seguirse en el ya
clásico estudio de Herr y que se fueron concretando en:
- El control sobre extranjeros (20 de Julio de 1791)
- La supresión de periódicos no oficiales (24 de Febrero de 1791).
- El aumento de los poderes de la Inquisición.
- El radical cambio de postura ante la política ilustrada con la prisión de Cabarrús, la destitución de Campomanes y el destierro encubierto de Jovellanos.
Actitud del
movimiento tradicionalista.
La revolución supuso para el
movimiento conservador la confirmación de sus afirmaciones sobre la intención
maligna, corruptora y sectaria del pensamiento ilustrado y de las atroces
consecuencias que se derivaban naturalmente de ellas.
Posiblemente la formulación más
estructurada de esta posición sea la obra de Hervás y Panduro Causas de la Revolución de Francia en el
año 1789 y medios de que se han valido para ejecutarla los enemigos de la
religión y del Estado.
En esta obra se defiende:
- Que los fines de la Revolución Francesa son la destrucción del Cristianismo y, como consecuencia, de toda autoridad política. Al preguntarse que a qué se debe tal odio contesta diciendo que al buscar desenfrenadamente la libertad natural, el hombre se propone aniquilar los obstáculos que la impiden y el principal es la religión, freno a los deseos bestiales y anárquicos del hombre. Pero la supresión de la autoridad religiosa destruye toda monarquía y produce todos los desatres que naturalmente le siguen.
- Que esta búsqueda desenfrenada de la libertad es el fruto abominable de las sectas.
- Que en el azote de la revolución puede verse la mano de la providencia (que enfrentó la conducta bárbara de las masas con el ejemplo heroico de la monarquía.
- Que si las sectas atentan con destruir la sociedad europea, la destrucción y exterminio de estas sectas se convierte en la principal responsabilidad y tarea.
Actitud de los
ilustrados.
Con mucha frecuencia se ha hecho
referencia al doloroso quiebro en la conciencia de nuestros ilustrados que
supuso el fenómeno de la Revolución Francesa.
Tal afirmación, como tantas otras, debe ser suficientemente matizada.
En un primer momento, nuestros
ilustrados consideraron que tales acontecimientos eran una demostración
palpable de la necesidad urgente de emprender reformas. Sin embargo,, a medida que avanzan los
acontecimientos y, sobre todo, tras la época del Terror, cambian totalmente los
planteamientos y aparece una mayor disparidad dentro del movimiento. Podríamos concretar tal evolución en la
figura paradigmática de Jovellanos, resumiéndola en los aspectos siguientes:
- Rechaza cualquier intento de cerrar las fronteras con la afirmaciòn de que "no porque ellos hayan sido frenéticos hemos de ser nosortros ignorantes".
- Sin embargo, es mucho más cauto en la defensa de la libre circulación de ideas, que había sido una de sus grandes obsesiones.
- Se produce una mayor insistencia en que el progreso no puede identificarse con la pura prosperidad económica, sino que tiene un fuerte componente de educación moral.
- Se insiste en que cualquier sistema político puede ser susceptible de toda perfección y, por tanto, se opone a cualquier ruptura brusca y, sobre todo, violenta.
- Insiste en la necesidad de dotar a España de una Constitución acorde con sus necesidades propias y su situación concreta.
- Aparece cada vez con más fuerza en sus escritos, hasta límites desacostumbradamente obsesivos, la referencia a las "sectas tenebrosas e impías que se alzan contra el cielo como titanes y amenazan con corromper a la especie humana"
CONCLUSION
Como conclusión general, me gustaría
decir:
- que no parece verse la superioridad intelectual de los pensadores conservadores, como pretendía Menéndez Pelayo.
- que no puede decirse que nuestros ilustrados sirviesen a la Revolución y le preparasen fácil camino.
- que no parece justo atribuirles los calificativos de antipatriotas, sectarios o impíos.
- La Revolución Francesa, como triunfo de los ideales de la burguesía, tiene poco que ver con nuestro movimiento ilustrado, cuya extracción social, intereses y objetivos estaban más distantes de los ideales económicos y políticos de la burguesía que de los de Antiguo Régimen
Texto preparado para las Jornadas celebradas en León con motivo del 200 aniversario de la Revolución Francesa
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